Ofrenda, danza y música para los difuntos que se nos adelantaron

Ofrenda, danza y música para los difuntos que se nos adelantaron

Gran expectación despertó la ofrenda de Día de Muertos en el patio del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, titulada “Recordando a los que se nos adelantaron. Altar dedicado a los muertos” que partieron en 2020-2021, que coordinó Karla Peniche, subdirectora Técnica, y contó con la participación de los trabajadores y servicio social del Museo.
Miles de flores de cempasúchil de papel de china, amarillas, naranja, azules, moradas y hasta negras, además de las tradicionales calaveras de azúcar, pan de muerto, velas, veladoras, muchas frutas… para honrar a los difuntos próximos: compañeros de trabajo, seres queridos, papá, mamá, hermanos, hijos, así como algunas personalidades indiscutibles de la cultura nacional como la antropóloga Beatriz Barba Ahuatzin, primera subdirectora del MNCM, el historiador Alfredo López Austin y el museógrafo Mario Vázquez Ruvalcaba, entro otros.
Largo fue el constante ir y venir de los visitantes, atraídos por el camino de flores y calaveras decoradas con múltiples y coloridos diseños, hasta llegar a la ofrenda, ubicada en la puerta central de la antigua Sala de Monolitos, flanqueada por dos enormes cráneos de cartonería.
En el México devoto a los muertos se les muestra el camino hacia el Más Acá con flores amarillas, con la centellante luz de las veladoras y se les agasaja con viandas y bebidas, mezcal, pulque, cerveza, agua… pero también se les canta, se les toca y se les baila. Por ello, el sábado 30 a mediodía se presentó el Ensamble Xochicentli del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México (Injuve) interpretó piezas del repertorio popular.
La música y el canto para los difuntos son festivos, como lo es el júbilo por recibir a los que se nos adelantaron. El ensamble interpretó “La Bikina”, de Rubén Fuentes, de quien “dicen que tiene una pena, que la hace llorar…”, pues “dicen que alguien ya vino y se fue / dice que pasa la vida llorando por él”.
Siguieron piezas del sur como “La malagueña” o “Pinotepa”, está última del gran compositor Álvaro Carrillo, también “Dios nunca muere”, de Macedonio Alcalá, para llegar a una interpretación acorde para estos días, “La bruja”, un son tradicional de Veracruz que, con su doble sentido, nos habla de seducción y muerte: “Que diga y que diga y que dígame usted / Cuántas criaturitas se ha chupado ayer. / Ninguna, ninguna, ninguna lo sé. / Yo ando en pretensiones de chuparme a usted”.
El Ensamble Xochicentli, dirigido por Óscar Coutiño, está integrado por Rebeca Balcázar (violín), Eduardo del Valle (violín), Perla Velázquez (viola), Gabriel Guerrero (chelo), Gabriel Sánchez López (chelo), Kevin Mendiola (bajo), Jorge Jiménez (cajón), Isaac Amador (guitarra) y Janet Montebello (percusión).
A las 14 horas, se presentó la Compañía de danza Matlacihua, del Injuve de la Ciudad de México y dirigida por América Covarrubias, realizó bailes folclóricos como la danza azteca, propia de la tradición mexica; el baile de “Los viejitos”, de Michoacán, para cerrar con una serie de piezas veracruzanas, una adaptación de “La bruja” y sones jarochos como “El canelo” y el zapateado.
Los visitantes, familias con niños, adultos mayores y no pocos turistas extranjeros aplaudieron cada uno de los bailes tradicionales, mientras grababan o tomaban fotos con sus celulares, siempre guardando la sana distancia y portando su cubrebocas. Al final, los miembros de la compañía, ataviados con ropajes negro y rojo, y maquillados como calaveras, posaron frente a la ofrenda del Museo.
El viernes 29, a las 20 horas, se realizó un “Recorrido nocturno presencial por la Sala de Egipto faraónico”, a cargo de Raúl Hernández, de Comunicación Educativa del MNCM, con la participación de quince personas que reservaron con anticipación enviando un correo.