Reapertura del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, del Instituto Nacional de Antropología e Historia
El 18 de mayo de 2021, el Museo Nacional de las Culturas del Mundo del INAH reabre sus puertas, luego de haberlas cerrado por el imperativo de una pandemia que todavía azota al mundo y a nuestro mundo. Con su reapertura, celebra el Día Internacional de los Museos 2021, al que el ICOM ha asignado el lema: “El futuro de los museos: recuperar, reimaginar”.
Recuperar, reimaginar, reinventar, reinventarnos, regresar, reencontrarnos nosotros y con nuestro público –el pueblo de México–, abrirnos nuevamente hacia dentro y hacia fuera, conversar, intercambiar experiencias, asumir juntos dolorosas pérdidas y abocarnos a trazar caminos inéditos… Más de un año permanecimos en el cierre y en el encierro prácticamente obligatorios. Más de un año dedicamos nuestro tiempo a mirarnos, a conversar y discutir en pantallas, muchas veces estupefactos, otras inconsolables, otras rabiosos, otras entusiastas, buscando cómo salir del marasmo, cómo cumplir con nuestras pasiones y obligaciones ante los retos impuestos. ¿Cómo continuar mostrando la diversidad cultural del mundo a niños, adultos y abuelos tan agobiados como nosotros? Exploramos nuevos senderos nunca del todo satisfactorios: demasiado presente el SARS-COV 2. Y, sin embargo, avanzamos. Escuchamos y vimos a los demás colegas de aquí y de fuera, nos adentramos en sus búsquedas y reflexiones, analizamos sus replanteamientos y nos hicimos escuchar.
Y pudimos aprovechar las circunstancias. Supimos de las posibilidades de contar con la solidaridad de especialistas del extranjero quienes, con el impulso de los propios, ofrecieron sus conocimientos, pantalla y austeridad de por medio, sobre los más diversos temas. Nos hicieron volar entrañablemente a otras latitudes y sentir su presencia. Nosotros y nuestro público virtual, penetramos profundamente en los otros y aprendimos. El papel de los investigadores fue vital en todo ello y en muchas cosas más. Notorios fueron los esfuerzos de los trabajadores del Museo en su búsqueda por continuar incidiendo en el conocimiento de otras culturas, tan afectadas como las nuestras, pero vivas y con esperanza. Analizar y comprender porqué el acostumbrado trabajo presencial no podía en automático trasladarse a las pantallas fue motivo de intensas reflexiones. Y llegaron las nuevas propuestas. No sin dificultades, incursionamos en la elaboración de exposiciones virtuales. La Subdirección de Innovación y Recursos Tecnológicos logró emocionar con ellas. Incansables, la Subdirección de Difusión, los redactores y los diseñadores mantuvieron en las redes, día con día, la presencia del Museo.
La autocrítica implacable y las críticas, igualmente implacables, nos construyeron. Mucho nos reímos de nosotros mismos, mucho nos desasosegamos también. Y aunque casi todo está por resolverse fuimos resolviendo. Sigue la experimentación y seguirá. La reapertura nos pondrá a prueba y será un nuevo estímulo para “reafirmar con fuerza el valor de los museos en la construcción de un futuro justo y sostenible” (ICOM, 2021).
Pero un museo cerrado no es un museo muerto, ni siquiera agonizante. Está activo. La larga cuarentena vio florecer nuevas e imprescindibles formas de trabajo. Las subdirecciones Técnica y Administrativa y sus respectivos equipos dieron seguimiento al necesario, duro y agobiante trabajo burocrático y a muchos más absolutamente imprescindibles. Fueron y vinieron formatos de Excell llenos y por rellenar, oficios y circulares amables o inquietantes, informes de todos colores. Apoyos invaluables y solidarios recibimos de muchas de las instancias centrales del INAH y de otros museos e instituciones; lo mismo que del gobierno de la Ciudad. Se dejó sentir con fuerza el respaldo de la Embajadas, siempre oportuno y entrañable. Las áreas de vigilancia, de limpieza, de difusión, de museografía, de catalogación, de archivos, de Intermedia, de biblioteca, de conservación, de mantenimiento estuvieron presentes en el Museo, por turnos y sin falta, a lo largo de la cuarentena. No podía ser de otra manera. El magnífico inmueble histórico, las colecciones, los acervos históricos, fotográficos y bibliográficos, la vigente responsabilidad del Museo, las salas de exposición llenas o vacías, requerían de atención permanente. Y la tuvieron. No todo fue llorar las terribles pérdidas, no todo lamentarnos, aunque también. En medio del desconcierto, el arriesgado trabajo presencial no se detuvo; tampoco el virtual. Cabalgamos.
Ell Museo Nacional de las Culturas ocupa el edificio donde nació la exhibición del patrimonio en México y es uno de los cinco museos nacionales del Instituto Nacional de Antropología e Historia. El único museo en el que se muestran objetos de origen internacional reunidos en función de diferentes formas de vida, valores, costumbres y creencias que nos ayudan a comprender la diversidad cultural, más que por su belleza o por su valor histórico.
Podemos definir a la cultura como las formas aprendidas y compartidas de conducta humana, como los rituales o los conocimientos tradicionales, que se transmiten de generación en generación y que incluye los resultados materiales de esta conducta: los objetos.
Un sarcófago egipcio, bronces y esculturas chinas, un impermeable inuit (esquimal), una manta chilkat (Alaska) o una tablilla sumeria ilustran aspectos de diferentes grupos que nos permiten romper el prejuicio de que existen culturas más avanzadas que otras.
Actualmente el museo cuenta con la sala Mediterráneo. Un mar de culturas, que integra Egipto, Persia, Levante, Mesopotamia, Grecia y Roma; así como la sala de China. Además, en sus espacios se organizan actividades culturales, artísticas y académicas, ciclos de cine, talleres y lecturas en voz alta.