El cristianismo en el Imperio romano

Realizan el taller sabatino del MNCM “El cristianismo en el Imperio romano”

Después de varios siglos de practicar una religión politeísta, el Imperio romano adoptó el cristianismo en el siglo IV como una medida para contrarrestar la paulatina desintegración social y política. Lo anterior fue compartido por Matilde Ortiz Nicolás, del departamento de Comunicación Educativa del MNCM, en el taller “El cristianismo en el Imperio romano” realizado el sábado 18 de septiembre, en el marco de la exposición virtual “Roma æterna o la construcción de un mito”.
En la época en la que surgió el cristianismo (siglo I), Roma era la capital del Imperio romano (que se extendía por casi toda Europa, África del Norte y Asia Occidental) y el centro del desarrollo intelectual, cultural y artístico. La religión en el imperio era politeísta, contemplando varios dioses y personajes históricos o míticos asimilados de otras culturas, estrategia que facilitó la adhesión de los territorios conquistados.
El culto a Jesús de Nazaret se introdujo desde Jerusalén en los tiempos del emperador Tiberio (42 a.C.-37 d.C.) y, desde su surgimiento, los practicantes fueron discriminados y perseguidos, debido a que la ética cristiana criticaba los ideales romanos. La primera gran persecución contra este grupo sucedió el 18 de julio del año 64, cuando el emperador Nerón culpó a los cristianos de un incendio que devastó parte de Roma.
Durante los gobiernos de Domiciano (81-96) hasta Marco Aurelio (161-180), si bien el crecimiento del cristianismo se interpretaba como una amenaza a la estabilidad del imperio, la represión se dio solamente en algunas regiones. Con los emperadores Cómodo (161-192), Septimio Severo (193-211), Felipe el árabe (244-249) y Galieno (253-268), hubo mayor tolerancia debido a que estos tenían familiares o simpatizantes cristianos.
Sin embargo, desde mediados del siglo III la mayoría de los emperadores impulsaron medidas como el abandono forzado de su fe y el exterminio de la población cristiana, para restablecer la gloria del imperio, entonces deteriorado por conflictos internos y externos. Especialmente Diocleciano (284-305) en el año 303 ordenó la destrucción de templos, quema de textos, liquidación del culto cristiano y el arresto del clero.
Fue hasta el tiempo del emperador Constantino I “el grande” (312-337) cuando se estableció la libertad de religión con el edicto de Milán (313); éste apoyó la práctica del cristianismo, como una estrategia para reunificar al imperio, en el que gran parte de la población ya era cristiana. Con Teodosio I “el grande” (379-395) se convirtió en religión oficial del Imperio romano con el edicto Tesalónico (380), quien impulsó medidas para la contención y, posteriormente, para la persecución del paganismo.
Matilde también comentó sobre algunos de los primeros símbolos del culto cristiano: el Crismón, incorporado al estandarte de Constantino I y formado por las dos letras iniciales superpuestas del nombre de Cristo en griego (XPIΣΤOΣ); el Estaurograma, una cruz unida con una P; las letras A y Ω, primera y última del alfabeto griego como representación de la eternidad de dios, y el “Ichtus”, dos arcos intersectados que forman un pez y las siglas IXΘYΣ que significan “Jesucristo hijo del Dios salvador”.
En el taller se elaboró un cuadro con un símbolo del cristianismo al gusto, hecho con técnica de repujado sobre papel aluminio, coloreado con esmaltes de uñas de colores y montado sobre un marco de madera. Puedes consultar la lista de materiales para esta actividad en https://bit.ly/2XoVKlt y ver la sesión del taller en el canal de YouTube del Museo en https://youtu.be/TKR3ZDcmG2Q
Asimismo, puedes recorrer la exposición virtual “Roma æterna o la construcción de un mito”, organizada por la Embajada de Italia, la Universidad Roma Tre y el INAH, en la dirección www.romaeternadigitale.it