Cazadores-recolectores: desierto del Kalahari, África austral (II)

Cazadores-recolectores: desierto del Kalahari, África austral (II)

La caza-recolección es el sistema más antiguo de sobrevivencia humana y el que más ha perdurado en el tiempo a lo largo de la historia.
Son muy pocos los cazadores-recolectores que todavía existen como tales, pero en África encontramos algunos grupos que se dedican en mayor o menor medida a esta actividad de subsistencia, entre los cuales destacan los San* (imagen 1), distribuidos entre Namibia, Botswana, Angola, Sudáfrica y, muy minoritariamente, también en Zambia y Zimbabwe. Ver Cazadores-recolectores: desierto del Kalahari, África austral (I)
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LOS ANIMALES Y NOSOTROS, LOS HUMANOS
Todos los San, pasados y presentes, han compartido la creencia fundamental en la unidad de la creación. En el tiempo mítico el dios supremo creó una única forma de vida “el pueblo de la raza primigenia”. En este primer mundo las diferencias entre los seres vivos no estaban bien definidas: “los animales eran gente”, se comportaban de la misma manera que los seres humanos y tenían las mismas virtudes y defectos, emociones y raciocinio, deseos y ambiciones. Posteriormente dios nombró y marcó la diferencia de las distintas especies, le asignó a cada una un comportamiento específico y determinó su papel en el mundo. Eso se dio en la segunda creación.
Por lo tanto, la distinción entre animales y humanos y entre las diferentes especies de animales no es absoluta ni eterna, sino que es parte de un proceso histórico de creación a lo largo del tiempo. La interconexión entre el hombre y la naturaleza significa que el hombre no es el dueño de la naturaleza, pero todas sus acciones pueden afectarla. El hombre debe de facilitar, permitir y asistir a la naturaleza para que ésta siga su curso. Por lo tanto, hombres y animales habitan el mismo mundo en relación de igualdad, respeto, interdependencia y cooperación. Los animales y los hombres son parientes, de ahí los sentimientos que los humanos conservan de cercanía y protección hacia los animales.
Es precisamente en este sentido que podemos interpretar el hecho de que los restos de la caza, las partes menos comestibles o no utilizables de las presas ‒como pieles para confeccionar faldas (imagen 5), taparrabos o bolsas y tendones para los arcos, por ejemplo‒ se abandonan para que también las hienas, los chacales y los buitres tengan su parte de comida.

CAZA COMPARTIDA

Los San son excelentes cazadores de animales de gran tamaño como antílopes, jirafas, cebras y facoceros (el equivalente africano del jabalí, imagen 6), que cazan por medio de arco y flechas envenenadas. El veneno se obtiene de la larva de un escarabajo que se encuentra únicamente en las raíces de ciertos árboles del desierto (imagen 7). La punta de sus flechas es desprendible, así que, una vez enterrada, el animal difícilmente podrá deshacerse de ella y el veneno podrá surtir efecto a pesar de no haber alcanzado un órgano vital; en este caso, el rastreo del herido puede durar varios días. También se cazan aves grandes, reptiles, roedores y otras pequeñas presas por medio de trampas.
Para todo cazador-recolector, en todo el mundo, compartir significa sobrevivir; nadie puede hacerlo solo, así que una de las reglas fundamentales de todo grupo de cazadores-recolectores es la repartición equitativa de la caza, lo que garantiza la supervivencia de todos, a pesar de la mala suerte individual en una o más expediciones.
La primera repartición se da en el lugar en donde cayó la presa; a cada cazador le corresponde una cierta parte del animal dependiendo de su participación en la caza (si fue el primero en avistar a la presa, si fue el primero en herir al animal, si su flecha alcanzó algún órgano vital, y así sucesivamente). La segunda repartición se da de vuelta en el campamento donde la carne se repartirá equitativamente entre los miembros de las familias extendidas según el grado de parentesco. Si hay sobrantes, la carne y la grasa se pondrán a secar en tiras para tiempos más difíciles.

EL ARTE DE LA RECOLECCIÓN

En el imaginario popular subsiste la idea de que la caza es lo más importante para estas culturas. En realidad, para ellos la carne es altamente estimada, pero la caza es una tarea dura y de rendimiento bastante incierto. En cambio, la recolección, trabajo exclusivamente femenino, es la que aporta alrededor del 70% de la dieta básica de los San (imagen 9).
Cada época del año y cada región es abundante en algún tipo de producto; lo sorprendente del Kalahari es que se trata de un desierto, sólo en el sentido de que no tiene cursos de agua en superficie de manera permanente, pero por lo demás tiene fértiles arenales recubiertos de hierbas, matorrales, malezas y hasta arboledas. En estos variados micro ambientes se encuentran muchos tipos de bulbos y tubérculos, frutas y bayas, hierbas de sabor dulzón, gran cantidad de nueces, melones y pepinos del desierto muy ricos en agua, que las mujeres recolectan con sus bastones para llevarlos y procesarlos, o compartirlos después en el campamento de base (imagen 10).
Un dato sumamente importante para nuestro entendimiento de estas culturas es que los San, a pesar de las difíciles condiciones de su medio ambiente, sólo emplean unas tres horas diarias promedio para satisfacer todas sus necesidades. Lo demás es “tiempo libre”, es decir, el tiempo que se puede dedicar a socializar, compartir con la familia y los amigos juegos, narraciones, cantos, danzas y rituales chamánicos de curación (imágenes 11 y 12).
ALREDEDOR DE UN HUEVO DE AVESTRUZ (imagen 13)
Cuando descubren un nido de avestruz, los San quitan un par de huevos y si estos no son remplazados quiere decir que la temporada de incubación se encuentra en estado avanzado. Entonces los sacuden, uno por uno, y retiran únicamente los huevos no fecundados, es decir ¡sin el embrión del polluelo! (imagen 14)
La cáscara se perfora con mucho cuidado para preparar una enorme tortilla (el huevo de avestruz equivale aproximadamente a una veintena de huevos de gallina) sobre cenizas calientes (imagen 15). El cascarón será utilizado como cantimplora y como recipiente para almacenar el agua (imagen 16); en épocas de escasez, se entierran varios cascarones llenos de agua en lugares estratégicos, conocidos por cada grupo, que resultarán preciosos en caso de necesidad o en la época de secas, sobre todo a lo largo de los continuos desplazamientos (imagen 17).
Actualmente, los diferentes grupos San elaboran artesanías con los cascarones de huevo de avestruz para su venta (imagen 18).

EL PÁJARO DE LA MIEL

Un ejemplo más de cooperación e interdependencia entre el hombre y los animales es el ejemplo del pájaro indicador (familia “Indicitoridae”), que guía a los San a las colonias de abejas, de cuya miel son muy golosos. La acción se desarrolla aproximadamente de esta manera: el pájaro llama la atención de los hombres por medio de ciertos silbidos mientras revolotea alrededor del campamento (imagen 19): los hombres lo siguen; el pájaro los espera cada cierto tramo; los hombres también se comunican con él a través de silbidos; llegados cerca de la colonia de abejas, el pájaro cambia su llamado e indica su ubicación.
En este momento les toca a los hombres su parte de trabajo: por medio de humo adormecen a las abejas (imagen 20); derriban el tronco muerto en donde anidaron, en algunos casos, o alcanzan la colonia en la hendidura del tronco; sacan el panal y saborean la miel, prácticamente el único alimento dulce de los San. El pájaro indicador, por supuesto, recibe su parte que constituye las larvas de las abejas y la cera del panal, pues es el único animal conocido que puede digerirla (imagen 21). **
Raffaela Cedraschi, investigadora del MNCM.
* El nombre San deriva posiblemente de las palabras Khoi “saan” o “sonqua”, las que significan “gente que recolecta alimentos silvestres” o “aquellos que no tienen ganado” (en https://cutt.ly/YRuDVQW). Los San se componen actualmente de cinco grupos, de los cuales los mayoritarios son los !Kung de Angola, Namibia y Botswana y los G/wi de Botswana. Lingüísticamente se reagrupan bajo el nombre de Khoisan, pues comparten su peculiar lengua “click” con los Khoikhoi (conocidos también como Hotentotes). Ver también Cazadores-recolectores: desierto del Kalahari, África austral (I)
** Si se interesaron en la vida y cosmovisión de los San, les recomiendo un libro de Wilbur A. Smith ‒autor de novelas de aventura generalmente ambientadas en Sudáfrica‒ “Costa ardiente” (“The Burning Shore”, 1985), donde precisamente describe con lujo de detalles esta peculiar cultura.