Lo que relatan los fósiles

De los límites éticos en la paleontología a los perezosos gigantes en México, parte de los temas abordados en el ciclo “Lo que relatan los fósiles”

Reflexiones sobre los límites éticos de la labor paleontológica a partir de casos de fraudes y sobre la importancia cultural del material fósil entre los pueblos originarios, así como un breve muestrario de los perezosos gigantes en México, fueron otros de los temas tratados en el ciclo de conferencias y conversatorios “Lo que relatan los fósiles”, realizado del 4 al 8 de octubre por el Consejo de Paleontología, en colaboración con el MNCM e INAH TV.
En el conversatorio “Ética y profesionalismo en el desarrollo de la investigación paleontológica” (https://youtu.be/LViAuK07a3w), los investigadores Adriana Miranda Martínez y Daniel Navarro Santillán, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, y Ricardo Hernán Aguilar Alonso, del Museo de Paleontología de Guadalajara, hablaron de los límites y tropiezos de esta disciplina a partir de los fraudes del hombre de Piltdown (1912), divulgado como el eslabón perdido, y el “Archaeoraptor” (1999), dado a conocer como en nexo entre dinosaurios y aves.
Los ponentes opinaron que estos eventos fueron consecuencia de varios factores como la fascinación por encontrar eslabones de la cadena evolutiva; la carrera de científicos y países por encabezar la paleontología y ganar prestigio; el principio de autoridad y la falta de revisión del material (tanto fósiles como publicaciones) por la comunidad científica; los cortos tiempos para la elaboración de investigaciones; el comercio ilegal de material fósil, y la posesión privada, varios aún vigentes.
También señalaron que este tipo de actos suceden, no únicamente por la falta de protección legal, sino también debido a una comunidad que no está familiarizada con la importancia de los fósiles. Coincidieron en que es necesario educar al público en el valor de estos como patrimonio, para que se involucre en su vigilancia, y que la comunidad científica preste más atención al revisar material fósil e investigaciones.
Sobre las implicaciones de la recuperación del material fósil cuando tiene un valor cultural además de natural, habló Israel Lara Barajas, investigador del Centro INAH Querétaro, en la conferencia “Gigantes y mitos: revelaciones de un rescate paleontológico” (https://youtu.be/e0X2BazsXuw). Comentó que según la mitología del pueblo otomí, los huesos de megafauna presentes en la región son restos de gigantes que existieron en tiempos remotos. Además, son usados como medicina (“espondio”) para curar enfermedades espirituales y anímicas.
El ponente reflexionó sobre los múltiples significados que puede tener el material fósil, y las tensiones que se pueden generar por ello, ya que para los científicos sirven para estudiar la vida en la tierra y representan un patrimonio natural que debe protegerse, mientras que para los pueblos originarios, son parte de su mitología, cosmogonía y vida cotidiana. Sin embargo, comentó que el diálogo entre ambas posturas en general ha ayudado a aumentar la valoración sobre estos recursos.
Sobre el “Registro fósil de perezosos en México” trató la ponencia de Leticia Alvarado Mendoza, investigadora del Consejo de Paleontología (https://youtu.be/pMyhzUlkT6A). Comentó que en nuestro país hay fósiles de perezosos gigantes en casi todo el territorio y con temporalidades que van desde el Mioceno tardío hasta el Pleistoceno tardío (desde hace 5 millones de años hasta 11 mil años). No obstante, han sido poco estudiados y divulgados, en comparación con otra megafauna.
Indicó que, aunque no se han encontrado esqueletos completos, los fragmentos hallados permiten identificar la presencia de cuatro familias: “Nothrotheriidae”, “Megatheriidae”, “Mylodontidae” y “Megalonychidae” (sin presencia en el país) y más de una docena de especies. Destacó el “Pliometanastes”, el más antiguo que data del Mioceno tardío; el “Nothrotheriops shastensis”, de los perezosos más pequeños entonces, recreado en la película “La Era de Hielo”; y el “Eremotherium laurillardi”, el más grande en México, con 5 metros de altura.