La emblemática técnica dot painting, y la historia de sus primeras escuelas y exponentes

La emblemática técnica dot painting, y la historia de sus primeras escuelas y exponentes, fue tema de la sesión 2 del curso Arte aborigen australiano

En la segunda sesión del curso en línea “Arte aborigen australiano”, el miércoles 13 de octubre, se conocieron las características de la técnica “dot painting”, emblemática del arte aborigen, y la historia de las primeras escuelas y los primeros exponentes modernos, gracias a los cuales ha sido posible la preservación, renovación y difusión de estas manifestaciones. El curso es impartido por Mario Eliseo Juárez Rodríguez, artista visual y doctorando de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
Juárez Rodríguez comentó que el “dot painting”, o “pintura con puntos”, es una técnica tradicional para dibujar entre los pueblos aborígenes, y consiste en aplicar puntos de pintura acrílica con un palito de madera sobre cualquier tipo de soporte poroso, en varias capas, hasta completar la imagen. Enfatizó que el “dot painting” (pintura de puntos) no debe ser asimilada dentro del puntillismo, debido a que esta técnica se desarrolló en Australia sin influencia del arte europeo.
Recalcó que, por respeto a la propiedad de esta cultura, no es correcto que una persona no aborigen haga trabajos con “dot paiting” que representen mitos o símbolos aborígenes, ni es apropiado mezclar aspectos de otras culturas con esta técnica (por ejemplo: las mandalas con “dot painting”, que se han vuelto populares).
Luego de mostrar parte de su obra con “dot painting”, basada en ideas abstractas, explicó que el arte aborigen se expandió en dos etapas, conocidas como la Escuela Hermannsburg y la Escuela Papunya Tula (aún vigentes). La primera surgió en el campamento homónimo, a donde llegó en 1932 el pintor paisajista Rex Battarbee para montar una pequeña exposición, que llamó la atención de los aborígenes por la forma distinta de representar el paisaje en Occidente (con un ángulo frontal, imagen figurativa y amplia paleta de colores, a diferencia del arte aborigen con ángulo cenital, representación simbólica y colores limitados).
Uno de sus alumnos más destacados fue Albert Namatjira, conocido como el primer artista aborigen, quien inició una corriente de paisajismo australiano (primero aborigen y después retomado por los artistas blancos). Namatjira alcanzó reconocimiento tanto en Australia como en el extranjero, por lo que fue declarado ciudadano australiano y británico, y durante su vida se dedicó a formar a otros artistas como Edwin Pareroultja, Walter Ebatarinja y Richard Moketarinja, además de luchar por los derechos aborígenes.
La segunda se desarrolló en el campamento de Papunya en 1971, con el apoyo del profesor Geoffrey Bardon, quien tras ver las imágenes que los alumnos dibujaban en la arena, los animó a trasladarlos a lienzo con pintura acrílica. Además de servir para la preservación de los símbolos y las historias aborígenes, estas pinturas fueron una fuente de ingresos extra para la población nativa, pues eran vendidas en las ciudades con la medicación de Bardon, y ayudaron al empoderamiento de su población.
Entre los principales artistas surgidos de esta escuela se encuentran Michael Nelson Jagamara, uno de los más importantes de Australia debido a que no sólo rescató el arte tradicional, sino lo revolucionó al aproximarse al arte moderno. Sus trabajos se caracterizan por representar varios ensueños mezclados, y entre sus trabajos destacados está el mosaico que elaboró para la Casa del Parlamento en Canberra, que simboliza la reunión de los clanes aborígenes.
Clifford Possum Tjapaltjarri, también uno de los artistas aborígenes de mayor valor debido a la gran cantidad de piezas colocadas en colecciones en Australia y otros países, quien fue director de la Escuela Papunya Tula de 1980 a 1983. Su estilo es más aventurado hacia el arte moderno, incorporando una paleta de colores más amplia y brillante (especialmente rosas y azules, ajenos al arte tradicional), así como patrones más lineales y limpios.