Exposiciones para recordar del MNCM: “Etiopía. Rostros ancestrales y lugares sagrados”

Exposiciones para recordar del MNCM: “Etiopía. Rostros ancestrales y lugares sagrados”

Además de ser considerada la única nación jamás conquistada de África y la cuna de la humanidad, Etiopia es un territorio de contrastes, donde convergen pueblos seminómadas, musulmanes y cristianos ortodoxos. Para apreciar la riqueza cultural de este país del Cuerno de África, en marzo de 2020 se inauguró la exposición fotográfica temporal “Etiopía. Rostros ancestrales y lugares sagrados”.
Las 58 imágenes de gran formato que integraron la muestra fueron tomadas por el fotógrafo documental y artista visual Rodrigo Jardón, durante un viaje a Etiopía realizado en 2018. Se presentaron originalmente en la Galería Abierta de las Rejas de Chapultepec en 2019, en el marco del 70 aniversario de relaciones diplomáticas entre México y Etiopía.
El viaje de Jardón inició en el norte, en la ciudad medieval de Gondar, capital del antiguo imperio de Abisania durante el reinado del emperador salomónico Fasilidas, en el siglo XVII. Aquí destaca el castillo de Fasil Ghebi, que tiene una singular arquitectura que combina elementos africanos, asiáticos y europeos, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979, y el Baño de Fasilidas, donde se celebra el “Timkat”, la renovación del bautismo entre los ortodoxos etíopes.
También la ciudad sagrada de Lalibela, importante centro de peregrinación para la iglesia ortodoxa, construida como alternativa para los peregrinos que se dirigían a Jerusalén durante la ocupación musulmana entre los siglos XII y XIII. Son emblemáticas las iglesias excavadas en la roca, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978, como Biet Ghiorgis, que destaca por ser subterránea y tener un techo con forma de cruz griega.
Hacia el este, la muestra dio un vistazo a Harar, considerada la cuarta ciudad santa del islam con sus 82 mezquitas y 102 santuarios, Patrimonio de la Humanidad desde 2006. Este enclave musulmán en África se fundó entre los siglos VII y XI, y permaneció cerrado a la influencia extranjera hasta mediados del siglo XIX. Aquí destaca particularmente la tradición de alimentar a las hienas afuera de la muralla, para evitar que entren a la ciudad.
Justo en el centro del país está la capital, Adis Abeba, una bulliciosa ciudad que tiene el mercado ambulante más grande del continente, el “merkato”. Entre sus atractivos se encuentra la venta de un café de gran calidad, declarado la bebida nacional, que se puede consumir en cafeterías y restaurantes o prepararse de forma tradicional por las mujeres de las casas.
El viaje concluyó en el valle der río Omo, visitando a algunos de sus pueblos seminómadas, quienes aún viven de la caza y la recolección. Se retrataron algunas costumbres de los Mursi, como la de practicar expansiones rituales en el labio inferior y los lóbulos de las mujeres; los Hamer, quienes realizan la iniciación del “Salto del Toro”, donde los jóvenes saltan sobre varias vacas y se pintan el cabello con arcilla roja; los Karo, que se distinguen por realizarse pinturas sobre el cuerpo de acuerdo con su estado de ánimo, y los Dassanech, una de las comunidades más pobres, singulares por decorarse con todo tipo de objetos.