Estampas del “mundo flotante”: ukiyo-e (II. Técnicas y tipos)

Estampas del “mundo flotante”: ukiyo-e (II. Técnicas y tipos)
La etapa de mayor auge de la xilografía japonesa se dio durante el periodo Edo (1603-1868), gracias a la prosperidad económica urbana que facilitó la experimentación y el desarrollo de nuevas técnicas de estampación, y la estructuración de cadenas de factura. Estas imágenes han servido para ilustrar la vida cotidiana, las modas y los gustos de aquella época.
Las primeras técnicas xilográficas se introdujeron a Japón por el siglo VIII, provenientes de China, y se usaban casi exclusivamente para la impresión de libros y la decoración de templos budistas, así como para la elaboración de sellos. Durante casi un milenio esta actividad permaneció estática, hasta el periodo Edo cuando se desarrolló para ser un medio de comunicación y un arte asequible en la nueva urbanidad.
Las clases altas, en especial los mercaderes, empezaron a utilizar estas piezas con fines publicitarios y decorativos, pero las primeras impresiones eran muy lineales y monocromas (“sumizuri-e”,), que en casos excepcionales se ilustraban a mano con pinceles (“kappazuri-e”), y eran sumamente caras por su tardada y minuciosa elaboración.
Con el apoyo de dicho sector, los xilógrafos empezaron a experimentar técnicas más económicas, sin perder la estética. A mediados del siglo XVII, surgió el “tan-e”, impresiones negras pintadas a mano con una tinta anaranjada de azufre; el “beni-e”, similares, pero con una tinta rojiza de azafrán, y el “urushi-e”, en relieve y pintadas a mano. Y hasta mediados del siglo XVIII, se consiguió la impresión a color “urushi-e”, con dos o tres colores, y “nishiki-e”, completamente policromas.
La mayoría de las estampas “ukiyo-e” emplearon esta última técnica, que consiste en la elaboración de placas para cada color. Cada una de las planchas tiene realzado solamente un fragmento de la imagen de un color específico. Estas se cubren con la tinta correspondiente, y luego se plasman sobre una hoja de papel, del color más claro al más oscuro, hasta completar la imagen (observa este proceso en el video “Grabado en madera Ukiyo-e”, de la Galería de Arte de Nueva Gales del Sur en https://bit.ly/3ghaby2).
Asimismo, la proliferación de la estampa fue posible gracias al establecimiento de cadenas de producción. Para elaborar un tiraje, primero un editor elegía un tema y buscaba a un artista. Este elaboraba un diseño, y si el editor lo aprobaba, era mandado al censor (que vigilaba en especial, el contenido político y religioso, principalmente). La imagen autorizada pasaba a un grabador, para la elaboración de las planchas, y un impresor, para hacer el tiraje. Finalmente se mandaban a los distribuidores, tiendas especializadas (“ezoshiya”) y vendedores ambulantes.
Las estampas solían clasificarse según su temática: los géneros “bijin”, con imágenes de mujeres bellas, en especial geishas y damas de la corte; “yakusha”, sobre puestas en escena y actores kabuki; “fukei”, con escenas de la vida cotidiana y paisajes; “musha”, imágenes de guerra, héroes y pasajes mitológicos; “surimono”, estampas hechas sobre pedido, con diseños exclusivos y que solían incorporar poesía, y “shunga”, con imágenes eróticas, entre otras.
En la Sala permanente “Japón, la tierra del sol naciente”, del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM), se exhiben algunas reproducciones de obras “fukei” de la serie “Cincuenta y tres estaciones de la ruta de Tokaido”, de Utagawa Hiroshige (1797-1858), y de piezas “yakusha” de Utagawa Kunisada (1786-1865).