Destacan el arte chino como fuente de inspiración para Occidente

Destacan el arte chino como fuente de inspiración para Occidente

Para los occidentales, la cultura de China ha sido una fuente de inspiración constante debido a su delicadeza, fantasía y exotismo. Algunos ejemplos de tempranas piezas de arte y diseño en Europa y América en los que se plasmaron imaginarios sobre “el gigante asiático”, presentó Silvia Seligson, investigadora del Este de Asia del MNCM, en la conferencia “La influencia del arte chino en Occidente”, realizada el miércoles 13 de octubre.
La investigadora contextualizó que su arte y cultura se conocieron en Europa, especialmente tras la apertura de rutas comerciales entre Venecia y China, como resultado de los viajes de Marco Polo en el siglo XIII. La fascinación por las piezas importadas y su éxito llevó a los productores locales a incorporar detalles de influencia china en sus trabajos o hacer piezas similares.
En Europa, al estilo decorativo basado en la cultura china se le conoció como “chinoiserie” (traducido del francés como “lo chino”), presente en diferentes espacios como la arquitectura, las bellas artes y las artes decorativas. Estos diseños tuvieron auge entre los siglos XVII y XVIII, y se basaban en una interpretación fantástica, al incorporar motivos como dragones, pagodas, personajes y paisajes “asiáticos”.
Algunos ejemplos de primeras piezas “chinoiserie” fueron los tapices de seda con animales fantásticos chinos, fabricados en la ciudad de Lucca, Florencia, en el siglo XIV, y objetos cerámicos parecidos a la porcelana blanquiazul de la dinastía Ming, producidos a finales del XVI en los talleres de la familia Medici, también en Florencia.
Hacia el siglo XVII hay presencia de influencia china en Holanda, como resultado de la fundación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (1609), que importó grandes cantidades de porcelana Ming. Estas fueron imitadas por los ceramistas en las ciudades de Delft y Rotterdam, e incorporadas en las pinturas de bodegones de artistas como Willem Kalf y Jan Davidsz de Heem.
En Francia uno de los primeros ejemplos de “chinoiserie” fue el Trianon de Porcelaine en el Palacio de Versalles, diseñado por Louis Le Vau en 1670, decorado con baldosas estilo Ming. También, los tapices bordados con escenas orientales de Jean Pillement (1750-1767) y las porcelanas Qing con monturas francesas de inicios del siglo XVIII.
El arte chino fue incorporado al estilo rococó en esa misma centuria, lo que contribuyó a su proliferación en el resto de Europa. Bajo esta influencia en Inglaterra, por ejemplo, se crearon las sillas Chippendale con patas con forma de zarpa de tigre y motivos chinos; la Pagoda de William Chambers en los jardines Kew; la Sala China de la Claydon House en Buckinghamshire, y el Royal Pavilion de Brighton.
Para el siglo XIX China producía piezas de porcelana específicas para la exportación, con diseños al gusto europeo. Asimismo, el imaginario chinesco continuó creciendo en Europa y América, incluso en la moda. Particularmente en la pintura, artistas como Alexandre Benois, Pierre Renoir, Franz Gailliard, Gustave Klimt, Maren Froelich, Harrison Fisher o James McNeill Whistler, incorporaron a su obra elementos chinos o modelos asiáticas.
Esa influencia llegó a la Nueva España a través de la ruta comercial del Galeón de Manila-Acapulco, activa entre 1573 y 1815. A través de este canal llegaron productos como la porcelana Ming y Qing (multicolor), cuyas formas y decoraciones fueron reproducidas en la talavera poblana. De igual forma, arribaron los “mantones de Manila”, un tipo de mantilla española decorada con bordados chinos, que influyeron en el vestido de tehuana y en las blusas y faldas típicas de Chiapas y Oaxaca.
Disfruta de este muestrario de arte y diseño occidental con influencia china, en la sesión completa de la conferencia en https://youtu.be/0mxh0JykXUY