Describen como “autoorientalismo estratégico” al cuadro “La niña afgana” del MNCM
¿Por qué un país elige representarse con una imagen de procedencia extranjera? ¿Cuáles son los límites y las implicaciones de la fotografía documental? ¿Cómo se puede conseguir objetividad en las imágenes etnográficas? Alejandra Gómez Colorado y Reynier Valdez Piñeiro, investigadores del MNCM, abordaron estas cuestiones en el conversatorio “’La niña afgana’ del MNCM. A propósito de la mirada de Occidente sobre las mujeres del Medio Oriente”, el jueves 21 de octubre.
Alejandra Gómez explicó que “La niña afgana” del MNCM es un cuadro de mármol de colores, basado en el afamado retrato de Sharbat Gulla tomado por el fotógrafo Steve McCurry para la revista “National Geographic” (1984). La pieza fue obsequiada en 2016 al Museo por Luis Ortiz Monasterio, exembajador de México en la República Islámica de Afganistán (2005-2008), y su esposa Guadalupe Padilla Serrano, quienes lo recibieron del presidente Hamid Karzai (2004-2014).
Recordó que Afganistán tiene una historia que se remonta al paleolítico y ha sido un punto de confluencia de varias civilizaciones como las mesopotámica, egipcia, griega, romana, india, china e islámica, por lo cual goza de una gran riqueza cultural y un amplio abanico de elementos icónicos. Entonces, “¿por qué la cancillería afgana eligió una fotografía de una niña afgana refugiada, publicada en la revista “National Geographic”, para representarse?”.
Sugirió que, en su momento, esta pieza pudo servir como un tipo de publicidad sobre los recursos de Afganistán, para incentivar la inversión extranjera, pues este país tiene una gran riqueza minera aún sin explotar, particularmente en la producción de mármoles y lapislázuli.
Reynier Valdez abordó la cuestión desde los orientalismos. Propuso que esta fotografía tuvo éxito en Occidente porque corresponde con la imagen estereotipada que se tiene de Oriente Medio, tanto de la belleza femenina exótica como de la región como zona en conflicto y marginal. A esto se suma que, a pesar de haber sido publicada en una revista documental, es una imagen artística, construida con una pose, un escenario, retoques y una intención.
Aportó el concepto de “autoorientalismo estratégico” para explicar el cuadro “La niña afgana” del MNCM, que es “cuando los gobiernos de Medio Oriente se incorporan imágenes construidas desde afuera para fines propios”. De acuerdo con esto, se aprovechó esta imagen ya posicionada sobre Afganistán para darse a conocer ahora como un país rico en recursos, y en cierta forma para revertir la imagen de una nación descompuesta.
También reflexionó sobre la objetividad de la fotografía documental. Recordó que las imágenes, a pesar de pretender ser una impresión directa de la realidad, siempre están condicionadas por la subjetividad del fotógrafo, quien decide capturar una parte de la realidad congruente con sus ideologías, y por los intereses del medio que las publica.
Con respecto a la fotografía etnográfica, señaló como obstáculos la influencia del pensamiento colonialista, a partir del cual hay una aproximación a las culturas desde una postura de superioridad, extrañeza y despersonalización, frecuentemente sin considerar las normas, los intereses, los contextos o la autorización de las personas retratadas. Lo mismo que el imperativo estético, bajo el que prima en la fotografía la búsqueda de la belleza y la romantización.
A su vez, Alejandra Gómez sugirió dar la oportunidad a las mismas comunidades de elegir cómo quieren ser representados para conseguir una fotografía etnográfica más objetiva. Propuso emprender una “fotografía colaborativa”, establecer acuerdos entre las personas fotografiadas y el investigador para conseguir imágenes que satisfagan las necesidades e intereses de ambos, y también devolver los productos a sus propietarios.
Puedes consultar la sesión completa de este interesante conversatorio en el canal de YouTube del MNCM en https://cutt.ly/LRxJ0ee