Chamanismo en Norteamérica (3)

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Chamanismo en Norteamérica (3)

El chamanismo en Norteamérica debe verse como una de las maneras adoptadas por los nativos de estas tierras para tratar con lo sobrenatural. Está basado en la creencia de que hay ciertas personas mejor equipadas para este menester que el resto de los hombres. Esta creencia no es nativa del Nuevo Mundo, sino que acompañó a los primeros pobladores venidos desde Asia hace ya muchos milenios (alrededor de 25 a 40).
Sabemos que la palabra “chamán” proviene del idioma hablado por los Tungus, una de las etnias siberianas. Sin embargo, no quiere decir que esta forma de religión haya sido necesariamente inventada en Siberia, ya que sus simples postulados se encuentran diseminados por todo el Viejo Mundo, demostrando su increíble antigüedad y dejando en el incógnito su lugar de origen (imagen 1).
Las otras proposiciones que, acompañando al chamanismo (o formando parte de éste) pasaron del Viejo al Nuevo Mundo, son igualmente acordes con la naturaleza humana que es la misma en todas partes, y son:

Las prácticas propiciatorias

Entre los primeros hombres cazadores y recolectores (y entre algunos grupos actuales) existía la idea de que había que “propiciar” a los animales que iban a ser cazados y a las plantas que iban a ser utilizadas. Las sencillas ceremonias de “los primeros frutos” y las “prácticas propiciatorias” aunque variadas, tienen todas el mismo objetivo: que en el futuro la naturaleza siga siendo pródiga. Al árbol que va a ser talado para construir una canoa, se le agradece por su generosidad y se le propicia con una ofrenda de tabaco. Con respecto a los restos de los animales cazados, había que lanzar al agua el esqueleto de los peces, poner en alto el cráneo del oso para que no sea profanado por los perros, y así sucesivamente (imagen 2).

Actitudes frente a la muerte

El miedo al poder sobrenatural conectado con la muerte se encuentra en el sustrato de las religiones de todo el mundo, incluyendo las de Australia, lo que demuestra su gran antigüedad. Los encargados de manipular al cadáver se encuentran sometidos a diversas restricciones o “tabús”; una de las más comunes, que se extiende además al resto de la comunidad, es la de jamás volver a pronunciar el nombre del difunto, ¿para que éste no se sienta llamado y quiera retornar con sus deudos?, es posible. Pues también se recurre a subterfugios como no sacar el cuerpo por la puerta, sino abriendo un agujero en la pared posterior para confundirlo y dificultar su retorno, como entre los Navajos de Estados Unidos. Uno de los usos más extendidos es dejar que sean los individuos de la “otra mitad”, es decir los del clan del cónyuge y no los del propio clan, los que se ocupen de todas las maniobras concernientes a la disposición del cuerpo del difunto.

Iniciación chamánica

Como ya habíamos dicho, al chamán se le considera más apto para lidiar con lo sobrenatural que el resto de los hombres. Para llegar a ser Chamán el adolescente debe recorrer un arduo camino. Ha sido escogido por un poderoso espíritu (el espíritu de un chamán muerto, usualmente de su misma familia) que lo ha poseído y le ha ocasionado una grave y misteriosa enfermedad de la cual sólo se recobrará si acepta convertirse en chamán. Al sanar, convencido de que murió y volvió a nacer, el joven iniciado empieza su largo entrenamiento bajo la tutela de un viejo chamán. A partir de entonces su pelo, embadurnado con grasa y resina de abeto, jamás será cortado ni peinado (imagen 3).
La iniciación chamánica es más rigurosa que las del resto de los jóvenes que buscan poder por medio de la visión, los ayunos más severos y prolongados. Constantemente tiene que purificar su interior con la ingestión del “palo del diablo” (una corteza de “Oplopanax Horridum”) que es un poderoso vomitivo (imagen 4), y debe guardar absoluta abstinencia sexual. Cuando por fin es visitado por el espíritu del chamán, usualmente en la noche, cae al suelo en trance y permanece inconsciente por varias horas. Al despertar dice haber visto que el cielo se abría y rayos de luz bajaban, al tiempo que el espíritu del chamán descendía y entraba en su cabeza.
Durante varios meses es observado cuidadosamente por los miembros de su familia hasta que están convencidos de que efectivamente está poseído por el espíritu de su antecesor. Entonces, acompañado por varios hombres de la misma (esto sucede entre los Tlingit de Alaska de donde proviene buena parte de nuestro material sobre chamanismo), se dirige en canoa a una playa o isla solitaria. Tras varios días de ayuno, el aspirante se interna solo en el bosque y ahí debe permanecer hasta que logre capturar una nutria terrestre, la cual posee el más poderoso de los espíritus animales y de cuya lengua se debe apoderar (imagen 5).
La lengua de nutria colocada en medio de un manojo de pequeñas ramitas atadas con raíz de abeto (a la manera de una escobeta) se torna en una formidable fuente de poder que el chamán lleva consigo pendiente del cuello y descansando sobre su pecho. Las lenguas de otros animales (no los comestibles, que son considerados sin fuerza espiritual) son tratadas de similar manera. Una vez en posesión de esta lengua, el nuevo chamán volvía a ayunar por cuatro u ocho días, al cabo de los cuales retornaba con sus ayudantes al poblado, tomaba un baño de vapor, comía, y en la noche bailaba en honor de sus espíritus. Cumplidos estos requisitos era aceptado como chamán (imagen 6).
Irene A. Jiménez, investigadora del MNCM
Acomodo del texto y búsqueda de gráficos: Raffaela Cedraschi, investigadora del MNCM.